Y a esa hadita se le cayó una lágrima y no entendía que su tristeza se haga carne y la saque de su magia. Y a esa hadita se le apagaron las alas y se quedó sentadita en un árbol, protegiéndose del sol que la lastimaba. Y sin derecho le lastimó las alas, y sin derecho le rodó esa lágrima real en un mundo de fantasías. Se chocaron esos mundos, se chocaron y se hicieron astillitas que se le clavaron en los pies. Entonces se arrastró hacia el árbol, se cubrió de hojas, miró hacia el sol y gritó… No me hagas daño, sólo me quedan mis lágrimas… que son tuyas…
Un espacio para los pensamientos. Para la realidad y la ficción. Para el Amor, el Humor y el Dolor. Pensamientos fusionados el hábitat de la literatura, la poesía y mis pensamientos.