PenSaMienToS FuSiOnaDoS

__La luna venía saliendo de la tierra como una llamarada redonda. Mirá, te lo juro por la bruja y todos los gurises… parecía una llamarada redonda ¡que lo parió! __ Pero vos… ¿Vos no habrás estado chupau? __Por la virgencita de Itatí y por San rocamora, fundador de estas pampas, te lo juro! La cosa fue así: Yo venía de la caldera en la chata, y en eso lo veo a Don Del Valle, haciéndose el chancho rengo mientras me pispiaba las vacas. Y ahí nomá lo saludo, pa que vea que acá hay un hombre. La cosa es que me entro pa las casas a escuchar al Lany Hanglin, que está acá, en la radio “Amaneciendo”, desde que lo rajaron de “Continental”. Bue... me tomo el mate cocido con el sanguchito de queso e pata y panza llena corazón contento, salgo como alma que se la lleva el diablo, cuando veo un resplandor, como una lú que me achicharraba lo ojo. Te digo la verdá, pensé que era la lú mala, pero eso se ve de noche, no al pleno mediodía. Asique como buen entrerriano que soy, no arrugué, cua

El “Capitalismo” y la “Bolsa de Valores” se han enamorado. Se complementaban al extremos y decidieron casarse para poder en un futuro compartir sus bienes materiales. Se amaban tanto que querían tener un hijo. Fue así como la “Bolsa de Valores” puso su cuerpo y tras nueve meses, parió de cola a su primer hijo: “El Consumismo”. “El Consumismo” fue creciendo desmedidamente ante el orgullo de su papi “Capitalismo” y de su mami “Bolsa de Valores”. Cuando el pobre “Consumismo” se aburría, su mami lo llevaba a jugar a la plaza donde conoció a sus dos mejores amigas: “La Industria Cultural Mediocre”, una nena malvada con cara de buena, y a la “Moda No Utilitaria”, que parecía buena pero era re careta. Así fue como el “Consumismo”, la “Moda No Utilitaria” y la “Industria Cultural Mediocre” se hicieron grandes amigos. Se la pasaban todo el día juntos, hasta iban a la escuela, donde conocieron a un nuevo compañerito: “El Pensamiento”, que se hacía el complicado, entonces el “Consumismo” y sus am

La imaginación me persigue, me corre por el patio, me toca el hombro y cuando me doy vuelta, se ríe. Me pide que le de cuerpo, que la pinte, que la toque, que la cante o que la escriba. Me sigue los pasos, no me deja tranquila, me persigue al baño y hace una carita en las gotas de los azulejos y me guiña un ojo. La imaginación se pone oscura. Se cree una diva jugando con su boa y fumando. ¡No quiere dejarme en paz! Me persigue a la cama, me sacude para que no me duerma, me susurra al oído cosas graciosas, ella logra distraerme. La imaginación es una ninfa que se moja los pies en un charquito y salpica mis ideas, coquetea conmigo, me ofrece espejitos, cintitas para el pelo, sabe que me gustan. Me regala peines de colores, pinturitas y bombones. La imaginación se pone un vestido rosa, se disfraza de niña y me pide jugar. La niego, la ignoro, quiero dormir. La imaginación es una puta con rabia que se pone tacones, medias de red, se aprieta las tetas y te toca el culo. Me ofr

Dame dieciséis besitos en la espalda, haceme figuritas con los dedos. Pasame despacito tu nariz por la nuca, decime algo lindo, vos sabes lo que quiero escuchar, me vuelvo dulce y predecible con vos. Ahora bajá y desparramame dieciséis besitos en la espalda. Con tus dedos dibujá mi cintura, pintale colores a mis piernas y acercate despacito, como cuando te metes en la cama y yo finjo dormir. Sentí el calorcito en tu pecho; sentí suavecito mi pelo; enredá tus dedos con los míos. Dame dieciséis besitos en la frente; en los ojos; respirá hondo; escuchá como respiro; no nos ve nadie, es un secreto. Prestáme tus manías, te presto mis cuidados, no te rías, escuchá cómo respiro mientras te doy veinticinco besitos en la panza, mientras te dibujo mis manías en tu sexo, mientras no nos ve nadie, nos restan nueve besos. Cuatro son míos, cinco son tuyos. Te sigo mimando, te dejo ganar otra vez; haceme lucecitas en la boca, estrellitas en el techo; dame dieciséis besitos en la espal

Que no se matara tan temprano. No valía la pena comerse su mierda o caer en su abismo. Siempre tan dependiente de su aceptación, de su roce indiferente en la cama. Siempre esperando sus muecas que no eran risas, anhelando su mirada perdida en las fibras de sus dedos. Lamiendo las sobras como un perro hambriento. Instantes de sosiego le hacían aire en la cara, pero la soledad lo cubría todo y entonces quiso matarse; dejar de lamer las sobras de su sexo. Que no se mate tan temprano, le preocupaba a ella. Que no se entere tan tarde, pensaba él. Que no me deje una carta, pedía ella. Que me salve por dios, rezaba él. Que no le queden los ojos abiertos, pensaba ella. Que no esquive mis ojos, pedía él. No cree en las luces, ni en nada, sólo en ella. Quiere tapar esa olla que juntos destaparon. Esa olla con uñas, con pelo, vísceras y víboras. Quiere comerse las venas, inyectarse su semen, quiere sentir las arañas en el paladar, sus ocho patas en la garganta, los siete diablos en su cráneo. Des