Pasaron ya cinco años en que decidí volver a empezar. No es fácil pagar los costos de haberse enamorado de la persona equivocada, de una persona que en definitiva también me amó.
Hay momentos en que tenés que sufrir realmente para darte cuenta que con amor no se soluciona todo ni alcanza.
El quiebre fue ese día en que, como en una novela, me enteraba que él se casaba con la mujer que tanto decía despreciar.
La hipocresía fue tan notable y tan profunda que no sabía si llorar o empezar a odiarlo. Fingí estar descompuesta. Necesitaba salir del trabajo urgente.
Caminé las 19 cuadras que me separaban del departamento en el que vivía. Entré, saqué el teléfono y simplemente lo llamé y le pedí que no se case, Le dije que lo amaba, que sabía que él también me amaba y que todo esto lo hacía por culpa, por haber lastimado a la mujer que le había dado una hija.
Él estaba distante, frío, como mecanizado. Como predeterminado a hacer algo que tenía que hacer.
Ese viernes no trabajé. Junté mi ropa sucia, llamé un remis y me fui.
Iba hacia la casa de mi mamá a lavar porque no tenía ni lavarropas, ni amor, ni nada.
El remis paró en la esquina del registro civil. El semáforo, el Registro Civil y el casamiento.
Miré...claro que miré. Pero no lo vi...y yo con el bolso de ropa sucia.
Se casó...claro que se casó, y tuvo otro hijo, pero sé que todavía espía mi blog, que mira mis fotos y que no me olvida.
Yo tampoco puedo olvidar todo esto, pero saben qué? Hoy soy más feliz que ayer, porque tengo un hombre de verdad junto a mi, que cada día me dice que ama, un poco más que ayer...
Hay momentos en que tenés que sufrir realmente para darte cuenta que con amor no se soluciona todo ni alcanza.
El quiebre fue ese día en que, como en una novela, me enteraba que él se casaba con la mujer que tanto decía despreciar.
La hipocresía fue tan notable y tan profunda que no sabía si llorar o empezar a odiarlo. Fingí estar descompuesta. Necesitaba salir del trabajo urgente.
Caminé las 19 cuadras que me separaban del departamento en el que vivía. Entré, saqué el teléfono y simplemente lo llamé y le pedí que no se case, Le dije que lo amaba, que sabía que él también me amaba y que todo esto lo hacía por culpa, por haber lastimado a la mujer que le había dado una hija.
Él estaba distante, frío, como mecanizado. Como predeterminado a hacer algo que tenía que hacer.
Ese viernes no trabajé. Junté mi ropa sucia, llamé un remis y me fui.
Iba hacia la casa de mi mamá a lavar porque no tenía ni lavarropas, ni amor, ni nada.
El remis paró en la esquina del registro civil. El semáforo, el Registro Civil y el casamiento.
Miré...claro que miré. Pero no lo vi...y yo con el bolso de ropa sucia.
Se casó...claro que se casó, y tuvo otro hijo, pero sé que todavía espía mi blog, que mira mis fotos y que no me olvida.
Yo tampoco puedo olvidar todo esto, pero saben qué? Hoy soy más feliz que ayer, porque tengo un hombre de verdad junto a mi, que cada día me dice que ama, un poco más que ayer...
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